domingo, 6 de noviembre de 2011

Maurice Joly (1864), Dialogue aux enfers entre Machiavel et Montesquieu.




Buscando un texto en una librería de la Ciudad de México, encontré casualmente hace unos años Diálogo en el infierno. Hasta entonces no había recibido noticia de la obra ni de su autor, pero tras leer el título y darle una breve hojeada fue irremediable llevármelo. Este uno de aquellos libros cuya lectura conmociona e invita a continuar leyendo sin más distracción que dar otro sorbo al café. En esta obra se esboza el diseño y construcción de un régimen totalitario basado en la irracionalidad de las masas y una maquinaria estatal de vigilancia y control; escrita a mediados del siglo XIX, mantiene aspectos y pasajes sumamente actuales. Como tal no se trata de un escrito académico, sino de un diálogo ficticio, no obstante la obra muestra la sólida formación clásica y el brillante intelecto de Maurice Joly. El principal matiz de la biografía de Joly es sin duda su carácter conflictivo y controversial. Abogado francés, atacó a contemporáneos como Napoleón III y a Jules Grévy. En 1864, publicó anónimamente en Bruselas, Dialogue aux enfers entre Machiavel et Montesquieu, que hubo sido introducido de contrabando a Francia, donde el objeto de la crítica es Napoleón III, personaje histórico que motivó la crítica de Marx en su Der 18 Brumaire des Louis Bonaparte. Descubierto por la policía francesa y puesto en evidencia el autor, fue arrestado y puesto en prisión en Sainte-Pélagie. Progresivamente Joly consiguió aislarse, despreciado tanto por los defensores del Imperio, como por los republicanos. En Recherches sur l´art de parvenir atacó vigorosamente a sus contemporáneos más ilustres. Incluso se batió en duelo con Edouard Lajarriere, con quien había fundado el periódico jurídico Le Palais. Aunque se declaró así mismo como “social” y “revolucionario” se distanció de la Comuna de París. A la postre, Diálogo en el infierno fue más conocido por haber sido plagiado por el redactor del sumamente desacreditado libelo antisemita Los protocolos de los Sabios de Sion, publicado inicialmente en ruso y redactado en París probablemente en 1898, cuando Diálogo fue publicado en 1864. Sumido en la pobreza y enfermedad, el 17 de julio de 1887, Joly se dio un tiro en la cabeza.

jueves, 27 de octubre de 2011

Fábula y paralogía como horizonte de la posmodernidad: Muerte de las metanarraciones y disensión en la heterogeneidad



El término posmodernidad ha generado un debate caleidoscópico que comprende campos que van desde el arquitectónico y estético, hasta el científico, el filosófico y sociopolítico, que ha sido comparado con un dibujo encriptado o con un puzzle. Una de las cuestiones esenciales al estudiar el pensamiento posmoderno es contestar a la pregunta ¿qué es la modernidad? En el sentido clásico, la Modernidad es el orden social surgido tras la Revolución e Ilustración francesa, cambios que se habían gestado desde mediados del siglo XVI con el Renacimiento. La Ilustración francesa, bajo el paradigma del racionalismo cartesiano, articuló un proyecto de emancipación a fines del siglo XVIII, concediendo una función determinante al ámbito racional del hombre, guiado por los principios de libertad e igualdad. El proyecto de la modernidad superaría a la ignorancia y la servidumbre por la constitución del individuo como ciudadano ilustrado. La consolidación del Estado-Nación y la Revolución Industrial en el siglo XIX, constituyen el referente del corolario de la modernidad: la fe en el progreso, espíritu que recorre la filosofía de Hegel y el positivismo decimonónico. Capitalismo, tecnología y progreso son, en este sentido, tres referentes esenciales de la modernidad. En el ámbito estético, este espíritu se materializa en el campo arquitectónico con el surgimiento del Art Nouveau, que empleaba elementos industriales como el ladrillo rojo y las estructuras de hierro, representación en clave futurista de los logros de la ciudad en términos de industria y progreso. Más adelante, este modernismo arquitectónico sería continuado por Le Corbusier en Francia y la escuela de la Bauhaus en Alemania. Racionalidad instrumental, individualidad, secularización, burocratización, producción científico-técnica, industrialización y progreso, son palabras que caracterizan a la modernidad.

miércoles, 5 de octubre de 2011

Gianni Vattimo, La sociedad transparente (1989). Pensamiento posmetafísico y la estética del desarraigo-oscilación


Ruth Otte, en la Enciclopedia de obras de filosofía, nos dice que Gianni Vattimo es un destacado representante de la filosofía italiana contemporánea. El núcleo de su pensamiento filosófico es la crítica a la metafísica y a la modernidad repensando la filosofía nietzscheana y heideggeriana. Nació en Torino en 1936, estudió a los clásicos bajo la conducción de su maestro Luigi Pareyson, y posteriormente a Heidegger y Nietzsche, bajo la dirección de H.G. Gadamer, como becario en Heidelberg desde 1961. Teresa Oñate, doctora en Filosofía por la Universidad Complutense de Madrid, señala que desde 1964 es profesor de Estética en la Universidad de Turín y desde 1982 profesor de Filosofía teorética en la misma universidad, y de 1982 a 1984 director de la Facultad de Letras de Turín. Por otra parte Gianni Vattimo ha ejercido como profesor invitado en distintas universidades estadounidenses e impartido lecciones en universidades europeas y latinoamericanas. Ha participado en el debate cultural y político de Italia en su calidad de columnista del periódico La Stampa, además de participar en debates con filósofos españoles, particularmente publicados en el diario El País. Entre sus obras principales están La aventura de la diferencia (La avventure della differenza, 1980), El pensamiento débil (Pensiero debole, 1983), El fin de la modernidad (La fine de la modernità, 1985), La sociedad transparente (La società trasparente, 1989) y Ética de la interpretación (Etica dell´interpretazione, 1996).

domingo, 25 de septiembre de 2011

José Manuel Othón (1858-1906). El último de los poetas mexicanos clásicos.

En mi último viaje a la bella ciudad de San Luis Potosí, caminando en el centro histórico en una tarde francamente ideal, disfrutando de la arquitectura y la ciudad encontré, por una afortunada casualidad, el Museo-Casa Manuel José Othón. Hasta aquel día no había recibido noticia alguna del poeta por lo que me dispuse a visitar el museo. Una vez dentro me percaté de lo pequeña que es la casa, donde se encuentran ahora expuestos los muebles y enseres de aquellos años a principios del siglo XX, junto con semblanzas y periódicos enmarcados alusivos al poeta y su época acompañando las paredes. Como en todas las casas-museo de escritores que he tenido la oportunidad de visitar, me interesó especialmente buscar el área de estudio, los libreros y escritorio, que como tales no encontramos en las piezas que pueden recorrerse. Mayor suerte se tiene cuando se entra en la biblioteca, pequeña y fresca, en la que podemos ver cuadros, fotografías, bastantes libros y algunos periódicos de la época. Así mismo adquirí una pequeña antología de poemas editada por el gobierno de San Luis Potosí, que ilustra estas líneas. Gracias a aquellos eventos desafortunados que a veces acontecen, en aquel viaje no llevé conmigo mi cámara fotográfica, pero aquí coloco algunas fotografías que podemos encontrar en el portal oficial de la Casa-Museo. Finalmente, descansando en el único patio que posee la casa, se puede leer en una placa uno de los poemas rústicos de José Othón, titulado El perro, que forma parte de Noche rústica de Walpurgis. No obstante, me parece que aquella placa hubiese sido más digna de Envío, último soneto de Idilio Salvaje en el Desierto, el mejor poema de Manuel José Othón: "En tus aras quemé mi último incienso / y deshojé mis postrimeras rosas. / Do se alzaban los templos de mis diosas / ya sólo queda el arenal inmenso. / Quise entrar en tu alma, y qué descenso, / ¡qué andar por entre ruinas y entre fosas! / ¡A fuerza de pensar en tales cosas / me duele el pensamiento cuando pienso!  



Museo-Casa Manuel José Othón, San Luis Potosí, México

jueves, 25 de agosto de 2011

Año bisiesto (Michael Rowe, 2010)




Esta película llegó a mis manos por la afortunada recomendación de uno de mis compañeros, tuve bastante reticencia para verla, ya que el cine mexicano de la última década ha hecho un lugar común la corrupción, la violencia  y el mal gusto, lo que me han hecho desistir de él, en este caso me aventuré a ver el filme después de haber visto el tráiler, que me sorprendió por el tema. El largometraje obtuvo la Cámara de Oro en el 63 Festival de Cannes, con lo que pudo obtener mayor difusión en un país con una industria cinematográfica endeble. Las reseñas y comentarios que fluyeron hicieron énfasis en el carácter potencialmente "controversial" de las  escenas eróticas, así como el carácter agraciado o no de la protagonista Mónica del Carmen o del movimiento lento de algunas escenas. Me pareció que la mayoría de estas reseñas se extraviaban en aspectos superficiales, cuando no evidentemente carecían de una comprensión de la temática de fondo del filme.

lunes, 15 de agosto de 2011

Arthur Miller (1949), Muerte de un viajante. La dialéctica trágica entre el ser y el tener.


Arthur Miller fue un dramaturgo estadounidense, referencia fundamental del teatro contemporáneo, finado hace apenas seis años. Originario de Nueva York e hijo de inmigrantes judíos polacos, estudió periodismo en la Universidad de Michigan. A los 28 años estrenó su primera comedia en Broadway Un hombre con mucha suerte, aunque logró el éxito hasta 1945 con su novela Focus. En 1949 obtuvo los premios Pulitzer de Teatro y del Círculo de Críticos de Teatro de Nueva York con La muerte de un viajante. La obra de Miller se caracteriza por su crítica política y social, cuyo objeto constante fue la cultura norteamericana. Por sus ideas padeció la persecución anticomunista encabezada por el senador Joseph McCarthy, siendo llamado a comparecer en 1956 ante el Comité de Actividades Antiamericanas. Fue condenado por desacato aunque fue absuelto después de apelar la sentencia. También es conocido por haber estado casado con Marilyn Monroe (1956-1961), en la que se inspiró para escribir el guión de la película Vidas rebeldes (1960). En 2002 Miller recibió en España el Premio Príncipe de Asturias de las Letras, en su discurso rememoró sus lazos con la cultura española, así mismo recordó a dos de sus compañeros universitarios que marcharon con la Brigada Abraham Lincoln para defender la República contra el alzamiento franquista. Rememoró la atracción permanente de su esposa Inge Morath por la España de grandes pintores pero también de campesinos, gente de pueblo y toreros, de la que dejó un legado fotográfico.

miércoles, 27 de julio de 2011

Algunas fotografías dispersas: Collage en sepia I

Les comparto algunas fotografías que he tomado en estos años, no con una intención profesional, sino que son tomas que he realizado de momentos o cosas que han llamado mi atención, ante todo en mis viajes. Por otro lado, tengo una preferencia natural por el sepia, un tono cálido, creo que a veces así es como veo al mundo. Retomaré pronto la fotografía, que he dejado ya hace un tiempo, ahora que he terminado la licenciatura, por fin.


[Flor sobre mantel blanco I. 2009]

[Flor sobre mantel blanco II. 2009]

miércoles, 22 de junio de 2011

Después de la muerte de las metanarraciones: La entropia posmoderna y la fabulación del mundo.

Salvador Dalí,
Modern Rhapsody - The Seven Arts, 1957

La modernidad, época histórica cuya génesis se encuentra en el siglo XVI, con el descubrimiento del Nuevo Mundo, el Renacimiento y la Reforma, se constituyó hacía el siglo XVII como un proyecto fundado en la libertad subjetiva del individuo, impulsado por el contexto cultural de la Reforma, la Ilustración y la Revolución francesa. Bajo el paradigma del racionalismo cartesiano, se concedió una función determinante al ámbito racional del hombre, que sería guiado por los principios de libertad e igualdad. El proyecto de la modernidad  superaría a la ignorancia y la servidumbre por la constitución del individuo como ciudadano ilustrado. Así mismo, la consolidación del Estado-Nación y la Revolución Industrial en el siglo XIX, constituyen el referente del corolario de la modernidad: la fe en el progreso, espíritu que recorre la filosofía de Hegel y el positivismo decimonónico. Racionalidad instrumental, individualidad, secularización, burocratización, capitalismo, producción científico-técnica, industrialización, urbanización  y progreso, son palabras que caracterizan a la modernidad y al proceso de modernización.

En términos estéticos, se han declarado distintas cesuras: El abandono de la perspectiva lineal en la pintura de Paul Cezanne; la teoría del arte de Charles Baudeleaire y la declaración de la muerte del arte por Hegel, en el sentido de que éste no sería más norma ni criterio de lo absoluto, de modo que se ha liberado de sus sujeciones sociales y religiosas. En todo caso, el modernismo careció de un programa unitario, incluyendo tendencias contradictorias como el cubismo, el constructivismo, el impresionismo, el dadaísmo, el futurismo y el superrealismo. En términos arquitectónicos el espíritu de la modernidad se materializó con el surgimiento del Art Nouveau, que empleó elementos industriales como el ladrillo rojo y las estructuras de hierro, representación en clave futurista de los logros de la ciudad en términos de industria y progreso. Más adelante, este modernismo arquitectónico sería continuado por Frank Lloyd Wright, Adolf Loos, Le Corbusier en Francia y la escuela de la Bauhaus en Alemania, empleando nuevos materiales como vidrio, hierro, acero y cemento, inaugurando el Estilo Internacional. El último director de la Bauhaus, Mies Van der  Rohe se considera el creador de la gramática arquitectónica moderna, que en Chicago implantó el modelo de edificio de estructura de hierro y vidrio, arquetipo del horizonte de la ciudad moderna del siglo XX. 

Tempranamente, surgieron voces de advertencia sobre las consecuencias de la modernización: Marx (alienación y explotación), Durkheim (anomia), Weber (racionalización y burocratización), Simmel (aislamiento y fragmentación social), Sören Kierkegaard (filosofía de la angustia y crítica al industrialismo) y  Friedrich Nietzsche (muerte de Dios-nihilismo). La representación estética de este malestar está expresada por el cuadro de Edvard Munch El Grito: alienación, anomia, soledad y fragmentación social. Esta sensibilidad de crisis de la modernidad es el sustrato radicalizado por la filosofía posmoderna. El paradigma posmoderno, después de declarar la muerte del proyecto ilustrado y el descrédito de los «grandes relatos», lleva acabo la dionisíaca fabulación del mundo. En el pensamiento de Lyotard la fábula posmoderna es esta descripción la muerte de las metanarraciones, que tiene como moraleja el fin de la política y un horizonte en el que el hombre no ocupa un lugar central.


Entonces, la historia llega a su fin. El mundo como fábula, constituido tras la liquidación del proyecto ilustrado, de la era de la muerte de la metafísica, de la muerte de los metarrelatos, es una época en el que el sujeto apático y apolítico predomina bajo el cuestionamiento a la misma naturaleza humana respecto a la capacidad del ser humano para cambiar. Los grandes proyectos colectivos se ausentan junto con la política, al tiempo que la sociedad de consumo, el individualismo, la pospolítica y el desastre ecológico se consolidan. El mundo como fábula, como muerte de la historia y de las metanarraciones representa al mismo tiempo la muerte de la ética y la política. El mundo como fábula es una noche, como cree Alain Badiou, una noche que llega cuando la política se ausenta y todo principio de alternativa desaparece en el horizonte. Este es el posmodernismo neoconservador, como lo vio Habermas, que no elabora una crítica a la sociedad de consumo, ni concibe la pertinencia ni la vigencia de tal crítica, en un discurso revestido de una ironía escéptica.


José Lira, México, Junio, 2011.

viernes, 10 de junio de 2011

Escritos y narrativas. Inicio.



En el acto de la escritura el mundo es reconstruido. Una constelación de escritos y narrativas interpretan- traducen desde su contingencia una realidad fragmentaria. Leemos, escribimos y dialogamos para co-pensar y re-pensar el mundo, sus patologías e historia; para cuestionar nuestra subjetividad. Todo campo de conocimiento, tanto el científico como el filosófico, se relaciona con elementos narrativos, con lo figurativo y lo metafórico. 

"Pero tampoco el pensamiento conceptual, ni siquiera en los ámbitos de la filosofía, de las ciencias sociales y humanas, e incluso en la física, mantiene el lenguaje teórico su autonomía frente a los elementos figurativos, metafóricos e, incluso, míticos. No hay una lengua exclusivamente conceptual.”
(Jürgen Habermas, 1988)

“El saber científico no puede saber y hacer saber lo que es el verdadero saber sin recurrir al otro saber, el relato, que para él es el no-saber, a falta del cual está obligado a presuponer por sí mismo y cae así en lo que condena, la petición de principio, el prejuicio.”
(Jean-François Lyotard, 1979). 

José Lira. Licenciado en Ciencia Política por la Universidad Autónoma Metropolitana. 2011.